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martes, 2 de abril de 2013

¡Viva La France!



La terre


El territorio de Francia, y su parte metropolitana, también llamada Francia continental,6 se ubica en Europa Occidental, donde limita, al sur, con el mar Mediterráneo, el enclave de Mónaco (4,4 km) e Italia (488 km); al suroeste, con España (623 km), Andorra (56,6 km) y el mar Cantábrico; al oeste, con el océano Atlántico; al norte, con el Canal de la Mancha, el mar del Norte y Bélgica (620 km), y al este, con Luxemburgo (73 km), Alemania (451 km) y Suiza (573 km). Su territorio insular europeo comprende la isla de Córcega, en el Mediterráneo occidental, y diversos archipiélagos costeros en el océano Atlántico. En América, es territorio de Francia la Guayana Francesa, que limita con Brasil (673 km)7 y Surinam (510 km), y las islas y archipiélagos de Martinica, Guadalupe, San Bartolomé, San Martín y San Pedro y Miquelón. En el océano Índico posee las islas de Mayotte y de Reunión, así como los archipiélagos de la Polinesia Francesa, Wallis y Futuna y Nueva Caledonia en el océano Pacífico. Son territorios deshabitados de Francia el atolón de Isla Clipperton, en el Pacífico oriental, y las denominadas Tierras Australes y Antárticas Francesas.
Francia de Ultramar

Francia continental

Francia es la quinta economía mundial (Por delante del Reino Unido, Brasil e Italia) con una elevada difusión cultural en el contexto internacional. Miembro del G8, de la Zona Euro y del Espacio Schengen, y alberga a muchas de las más importantes multinacionales, líderes en diversos segmentos de la industria y del sector primario, además de que es el primer destino turístico mundial, con 80 millones de visitantes extranjeros al año. Francia, donde se redactó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, es miembro fundador de la Organización de las Naciones Unidas y uno de los cinco miembros permanentes de su Consejo de Seguridad. Francia alberga las sedes del Consejo de Europa y del Parlamento Europeo, ambas en Estrasburgo, y las de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y de la Unesco, en París. Es también una de las ocho potencias nucleares reconocidas y miembro de la OTAN.
Lyon
París
Estrasburgo

Marsella

Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789
Antigua potencia colonial, su cultura y civilización se encuentra difundida por países de todo el mundo agrupados en la organización de la Francofonía. El idioma francés es una de las lenguas con mayor difusión, tradicionalmente empleada como lengua de la diplomacia, que junto con otras 77 lenguas regionales, conforma el patrimonio lingüístico de Francia, miembro de la Unión Latina.


Drapeau/Bandera


Es sabido que el blanco fue el color nacional de Francia desde el advenimiento de los borbones al trono de aquel reino hasta la Revolución de 1789. El 12 de julio de dicho año, reunidos los patriotas que combatían a la Asamblea Nacional en el jardín del Palacio Real, cogieron hojas verdes de los árboles y se las pusieron en sus sombreros como escarapelas o distintivos particulares. Pero luego recordaron que el verde era el color de la librea del conde de Artois, la persona más impopular de la familia Real y renunciaron a llevar aquel distintivo.

Más al día siguiente apareció una orden del Comité del Común que disponía que todos los ciudadanos armados debían usar por distintivo, en lugar del blanco, los colores propios de la ciudad de París que eran el rojo y el azul. Así se hizo hasta que después de que el pueblo se hubo apoderado de la Bastilla, se acordó unir estos dos colores, distintivos de los patriotas, y el blanco que era el color de la Casa Real todavía reinante, en señal de unión entre el pueblo y el monarca. Y el 17 del mismo mes, reunidos estos tres colores, el rojo, el azul y el blanco, fueron adoptados por el mismo Luis XVI, quien formando de ellos una cucarda tricolor, los colocó por sí mismo en su sombrero delante del pueblo convocado y reunido en la Plaza de la Greve.

File:Flag of France (XII-XIII).svg
1era bandera de Francia "El pabellón" usada desde el siglo XII hasta 1364
Desde entonces la Cucarda tricolor reemplazó en todas partes la escarapela blanca y los tres colores pasaron a ser los colores nacionales de Francia. Sin embargo, las banderas de los regimientos y los estandartes de los escuadrones siguieron como antiguamente y solo se les adornó con una corbata tricolor hasta el año 1792 en que el trapo de dichas insignias pasó a ser tricolor también o de tres tiras de lienzo rojo, azul y blanco.

Cuando se llevó a cabo la Restauración en 1814, los Borbones volvieron a adoptar su antigua bandera y librea blanca, pero después de su nueva caída, habiendo sido considerados los tres colores como emblema de la libertad, fueron dados nuevamente a Francia por la Revolución de 1830 y sucesivamente por los otros gobiernos que la han sucedido.

La Marsellesa: El Himno

El 20 de abril de 1792 se declaró en París la guerra a Austria. Cuando el alcalde de Estrasburgo, supo la noticia, invitó a cenar a su casa a un grupo de oficiales, en la noche del 24 del mismo mes. En este grupo de oficiales se encontraba Claude-Joseph Rouget de Lisle, capitán de ingenieros de la guarnición de Estrasburgo. En esa reunión, el alcalde le pidió que creara un himno patriótico para el acontecimiento que celebraban. Rouget de Lisle compuso dicho himno y le dio el título de Chant de guerre pour l'armée du Rhin (Canto de guerra para el ejército del Rin) y se lo dedicó al Mariscal Luckner.

El 22 de junio, un futuro general del ejército de Egipto llamado François Mireur, apenas titulado de la facultad de medicina de Montpellier, se encontraba en Marsella encargado de preparar la marcha de los voluntarios de Montpellier y de Marsella. Había oído el himno en Montpellier durante algunos funerales oficiales y lo presentó a su gente con el título de Chant de guerre aux armées des frontières (Canto de guerra para los ejércitos de las fronteras). La tropa de los obligados lo aprendió y lo usaron como canción de marcha. Y así entraron en París el 30 de julio de 1792, entonando marcialmente el himno compuesto tres meses atrás por Rouget de Lisle. Los parisinos los acogieron con gran entusiasmo y bautizaron el cántico como La Marsellesa.




Durante la Primera República, la Marsellesa fue un himno muy popular entre soldados y civiles. En el tiempo de los dos Imperios, la Restauración y la Segunda República, fue ligeramente olvidado. En la Tercera República recuperó el protagonismo y fue interpretado por las bandas militares en todos los actos oficiales. En el siglo XX, el Gobierno de la Francia liberada le otorgó una especial importancia junto con el himno oficioso llamado "Le Chant des Partisans".
Hasta que finalmente en la Constitución del 4 de octubre de 1958, fue instituida la Marsellesa como himno nacional.
File:Marseillaisenoframe.jpg
La Marsellesa exaltaba desde sus comienzos el ánimo patriótico, hasta tal punto que Napoleón Bonaparte dijo en una ocasión: «Esta música nos ahorrará muchos cañones».
El 24 de enero de 2003, se aprobó la Ley de Programación para la Seguridad Interior (Lopsi), propuesta por Nicolas Sarkozy, que creaba el delito de ultraje a la bandera y al himno nacional franceses, sancionándolos con penas de hasta seis meses de prisión y 7.500 euros de multa. Algunas asociaciones y ciudadanos protestaron, considerando esta ley un atentado a la libertad de expresión. El Consejo Constitucional de Francia limitó las posibilidades de aplicación de la ley, los actos dentro de un círculo privado, y los actos realizados en manifestaciones no organizadas por las autoridades públicas o no reglamentadas por ellas.
Debido al alto desconocimiento del himno entre muchos jóvenes franceses, la ley Fillon para la reforma de la educación adoptada en marzo de 2005, incluye la obligación del aprendizaje de la Marsellesa en la educación infantil y primaria.

Relevancia de Francia en el Turismo

Primer sector económico en Francia, el turismo reporta más de treinta mil millones de ingresos a los sectores de la hostelería, el comercio, el ocio, etc. El turismo contribuye al dinamismo de la economía nacional y genera alrededor de un millón de empleos, entre ellos numerosos puestos para los jóvenes.
Francia es probablemente el país que posee la mayor densidad de monumentos, museos, y festivales, así como de lugares pintorescos o destacados. En los años 90, se convirtió en el primer destino turístico del mundo, por delante de Estados Unidos o España (sin embargo, en lo que se refiere a ingresos, Francia está por detrás de estos dos países).
Francia es el primer lugar en llegadas turísticas desde el 2007
Gracias al turismo de masas, la atracción por las regiones soleadas y el litoral y el desarrollo de los deportes de invierno, el turismo ha generado numerosas infraestructuras y ha suscitado grandes programas de ordenación, tanto en el litoral como en la montaña, entre las décadas 60 y 80: el «Plan Neige» de 1964, la «Mission Racine» de Languedoc-Rosellón, la Misión Interministerial de Ordenación de la Costa Aquitana (MIACA), etc. Estos proyectos, objeto de grandes planes nacionales, han transformado considerablemente la economía de estos territorios gracias a las infraestructuras y a los equipos de recepción realizados. Numerosas regiones turísticas están comunicadas por vías de alta velocidad (autopistas, líneas de alta velocidad, aeropuertos,...) que a menudo están saturadas en los periodos vacacionales. La «Loi Montagne» de 1985 y la «Loi Littoral» de 1986 han sido las primeras en responder a una demanda de protección de los medios naturales en estas zonas tomadas por el turismo.
Francia es el 3er lugar en ingresos mundiales por actividades turísticas.
Irse de vacaciones, una exigencia social
El primer factor que dio lugar al desarrollo masivo del turismo francés fue la creación en 1936 de las vacaciones pagadas, y, en particular, su prolongación progresiva a cinco semanas en 1982. Así pues, los franceses asalariados tienen actualmente cinco semanas de vacaciones pagadas, y, a menudo, los que disfrutan de los «días de RTT» (reducción del tiempo de trabajo), aún más. Poco después, los poderes públicos, el sector asociativo y las empresas, a través de sus comités de empleados, se esforzaron por hacer que fuera más fácil para los franceses irse de vacaciones. Se crearon dispositivos de ayuda para irse de vacaciones, como los cheques de vacaciones, que garantizan cierta igualdad, también a aquellos que tienen bajos ingresos, y las convierten en un derecho social muy valorado por los franceses (alrededor del 20% de los que se van reciben una ayuda).

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